El año 2016 termina consolidando la recuperación iniciada en el mercado de la vivienda en 2014. Los expertos coinciden en que éste ha sido un año de estabilización y equilibrio para el sector inmobiliario, en el que se ha producido una evolución atemperada, con vocación de ser sostenible en el tiempo.

Este crecimiento del mercado se está viendo impulsado en buena medida por dos grandes perfiles: el del inversor particular y el del comprador extranjero. El primero de ellos responde al de ahorradores que movilizan su capital hacia la inversión inmobiliaria, ante la nula rentabilidad que, en el actual escenario de bajos tipos de interés, ofrecen inversiones alternativas como la renta fija, los depósitos bancarios o la volatilidad de la Bolsa. Esta puede ser una de las razones para explicar que, según el último dato publicado por el Consejo General del Notariado, el 59% de las compras de vivienda se realice al contado. Pero todo parece indicar que, esta vez, estas inversiones no tienen el carácter especulativo que tuvieron en el anterior ciclo inmobiliario. Ahora, el inversor tiene una vocación patrimonialista y compra con intención de alquilar.

El segundo grupo, el de los compradores extranjeros, supone ya casi el 20% del total de transacciones inmobiliarias recogidas por los registradores de la propiedad en nuestro país.

Si a eso le añadimos que el 70% de los españoles tiene intención de comprar una vivienda durante los próximos tres años, según pone de relieve una reciente encuesta realizada por Sondea y Aliseda Inmobiliaria, el escenario es verdaderamente optimista. El principal motivo por el que los españoles deciden comprar casa es cambiar a una vivienda mejor (37,90%). Le siguen otras causas como independizarse; no seguir viviendo de alquiler; por inversión; por uso vacacional; o porque consideran que es un buen momento para comprar.